Disrupción en la construcción: ¿listos para lo que sigue?

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17 Junio 2022 Central Interactiva
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En medio de la cuarta revolución industrial, en la que la transformación digital de las empresas gracias a los avances en tecnología juega un rol fundamental, el sector de la construcción se ha resistido al cambio. Sin embargo, dar el paso hacia su implementación no solo es posible sino necesario para lograr mayor eficiencia, ahorros y continuidad en los proyectos.

 

Como preámbulo al Foro de Infraestructura 2022 que se llevará a cabo el próximo mes de octubre, se realizó la 21a Mesa Temática de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), Delegación Ciudad de México, llamada "La industria de la construcción está lista para la disrupción”, a cargo del ingeniero Mauricio Jessurun Solomou, Coordinador del Comité de Tecnología del Colegio de Ingenieros Civiles de México.

El eje principal de la ponencia fue la influencia de la disrupción como elemento trascendental en el cambio adaptativo de la industria de la construcción en el momento actual y sus perspectivas competitivas en el corto y mediano plazos, así como cuál es el papel que juega el uso de la tecnología en este cometido.

El ingeniero egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México señaló que la industria de la construcción es sumamente importante en términos económicos, pues se calcula que para el año 2025 representará el 14 por ciento del PIB mundial, Este dato no se ha modificado después de la pandemia, ya que fue un sector que no detuvo operaciones. Sin embargo, pese a su relevancia, la construcción parece estar atrapada en un túnel del tiempo, ya que que muchos de los procesos se realizan de la misma manera que hace 15 o 20 años; a nivel mundial la construcción es una de las actividades productivas que menos tecnología adopta en todo el mundo.

“Esta parálisis se da en un contexto de revolución tecnológica”, comenta Jessurun, de manera que es necesario adoptar la tecnología que permita elevar la productividad del sector, la cual es mucho más baja que el incremento que se da en la economía y en la manufactura, pues en muchos casos —señala— un proyecto intensivo se termina con 20 meses de retraso y fuera del presupuesto hasta en un 80%.

Indicó que, en nuestro país, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) realizó un estudio en el que se analizaron cerca de 100 contratos de construcción y en donde se identificó que había modificaciones recurrentes respecto de las previsiones originales, incrementos importantes en el monto de inversión, prórrogas en el plazo de ejecución y puesta en operación, con la consecuente repercusión social y económica.

“El análisis abarcó muchas dependencias públicas como PEMEX, CFE, Secretaría de Comunicaciones y Transportes, IMSS, ISSSTE, Secretaría del Medio Ambiente y quizás a la Defensa y Marina. En todas estas dependencias que ejecutaban los grandes proyectos en México se encontró que el promedio de incremento en el importe de inversión era del orden de 142%, además de retrasos considerables en los diferentes plazos de ejecución. Esto trae como consecuencia un problema serio de aplicación de recursos y de afectación a la sociedad”.

El que fuera profesor de gerencia de proyectos en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, indicó que, en palabras del Foro Económico Mundial, nos encontramos en la llamada Cuarta Revolución Industrial, una combinación entre la revolución tecnológica y la digital. Esta evolución se ha venido dando desde mediados del siglo pasado y se caracteriza por una fusión de tecnologías que está eliminando las fronteras entre las esferas biológicas, físicas y digitales. El progreso exponencial y acelerado de la tecnología es un factor innegable de cambios trascendentes en la realidad social y económica global.

“La aceleración tecnológica nos muestra indicadores en este sentido, por ejemplo: el tráfico en internet se duplica cada seis meses, la capacidad inalámbrica cada nueve meses, probablemente la incursión de la 5G cambie este dato. También la capacidad óptica se duplica cada 12 meses, el almacenamiento de información cada 15 meses y el rendimiento de los procesadores, de acuerdo con la famosa Ley de Moore, cada 18 meses. Tal vez somos la primera generación que está reconociendo el papel vital que la tecnología juega en moldear el futuro”, señaló Jessurun Solomou.

Sin embargo, esta situación empieza a cambiar en algunos países del mundo. Se comienza a ver un incremento en la adopción tecnológica, lo que crea las condiciones adecuadas para impulsar la productividad mediante procesos disruptivos. Existen varias definiciones de disrupción: algunos la conciben como un cambio radical en una industria o estrategia de negocios, especialmente con la introducción de un nuevo producto o servicio, el cual genera un nuevo mercado; otra dice que, desde el punto de vista disruptivo, no existen empresas que sean tan esenciales que no puedan ser reemplazadas, no existe ningún modelo de negocio único o sector que estén blindados ante una ráfaga de cambios.       

“Después de la pandemia se incrementó la disrupción digital como consecuencia del cambio producido en el momento que las nuevas tecnologías digitales y modelos de negocio afectan a la propuesta de valor de los bienes y servicios que ofrece una organización. La innovación disruptiva en el campo de la administración se refiere a una innovación que produce un nuevo mercado, que eventualmente desplaza a firmas líderes de un sector, así como sus productos y alianzas”, comentó el vicepresidente de Tecnologías para la Infraestructura del CICM.

El también miembro del Comité de Nuevas Tecnologías e Innovación de la Federación Panamericana de Consultores (FEPAC) indicó que, de acuerdo con la Real Academia Española (RAE), la disrupción es una rotura o interrupción brusca. “En este sentido, cuando hablamos de establecer una posición inicial para implementar la disrupción, estamos frente a la posibilidad de generar innovación; quizás nuevos mercados con nuevas formas de hacer las cosas y niveles incrementales de productividad.  Podemos señalar clásicos ejemplos de empresas disruptivas a Instagram, Uber, Airbnb, Facebook, Netflix y Alibaba”.

Enfatizó que, para el sector de la construcción, es urgente adoptar tecnologías, ya que mientras otras industrias han modernizado radicalmente sus procesos, el mundo de la edificación se ha mantenido estático, convirtiéndolo en uno de los más estancados del mundo. “En él se siguen utilizando muchos de los métodos y procesos desplegados por primera vez en el siglo XIX”.

El experto comenta que existen 5 tendencias en la transformación tecnológica de la industria, que permitirán gestionar la construcción y mantenimiento de las edificaciones:

  • La alta definición de los alcances de la topografía y geolocalización, que permitirá la producción de planos y presupuestos de manera rápida y planificada
  • El modelado de información de la construcción o BIM de nueva generación y su evolución hacia los llamados Gemelos Digitales
  • La colaboración digital y la movilidad (analítica de datos en tiempo real)
  • El Internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial y la analítica avanzada con sensores, y por último,
  • La innovación en materiales, la impresión 3D, los procedimientos de construcción y la prefabricación.

Recalcó el hecho de que será necesario considerar algunas situaciones para que la industria de la construcción sea más eficiente: transparencia, correcta asignación y contratos con riesgos compartidos, orientación en la búsqueda del retorno de la inversión, simplicidad en el diseño de nuevas soluciones tecnológicas, administración del cambio y gerencia de proyectos. “Será entonces necesario eliminar ciertos paradigmas vigentes de las empresas dedicadas a la construcción: negación, resistencia al cambio, costos sumergidos, falta de imaginación y evolución de la mentalidad.”

El experto concluyó que, para lograr esta modernización y disrupción, las empresas deberá enfocar buena parte de sus esfuerzos en determinadas acciones adaptativas: realización de talleres de innovación y tormentas de ideas en la búsqueda de mejora continua, establecer áreas de administración del cambio, contratar consultores especializados en la industria de la construcción, promover el uso de la tecnología y pasar a lo digital, así como eliminar los bloqueos a la adopción tecnológica en el sector público.

 

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