El manejo correcto de desechos peligrosos evita cadenas de contagios

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28 Abril 2021 María José Ramírez/Grupo Expansión

Mientras los casos por coronavirus aumentan, también los residuos peligrosos por COVID-19; pero ¿cuál es el correcto manejo de estos desechos?

Dentro y fuera de un hospital, es clave manejar adecuadamente los residuos para evitar contagios. Durante la pandemia se ha probado que, incluso en zonas que antes no estaban contempladas en los protocolos, todo lo que haya tenido contacto con un paciente sospechoso o confirmado de COVID-19 debe ser manejado como residuos peligrosos biológico-infecciosos (RPBI).

En entrevista con Conexiones 365, Giorgio Franyuti, director ejecutivo de Medical Impact y director médico en la Central de Especialidades Médicas Coacalco, recordó que hay servicios que carecían del seguimiento de RPBI como las áreas de cocina y lavandería de los hospitales.

“Como pasó en el caso del Hospital Pediátrico Tacubaya: la ropa de los pacientes no se separaba entre los pacientes con COVID-19; y el personal que llevaba las prácticas de lavado no llevaba equipo de protección personal (epp), entonces, se hace un contagiadero nada más con la manipulación de esto”, explicó Franyuti.

El caso al que se refiere el director de Medical Impact se dio en abril del 2020, donde en el área de lavandería del Hospital Pediátrico Tacubaya se inició una cadena de contagios por SARS-CoV-2: una veintena de trabajadores resultaron positivos y tres fallecieron. Personal del área de lavandería aseguró que no tenía un protocolo ni capacitación para manipular la ropa contaminada. Desde ahí se extendió el contagio hacia mantenimiento, servicios generales, choferes de ambulancia, camilleros y enfermeras. 

“Todo lo que toque el patógeno es un RPBI a fines prácticos, pero no tener el ojo microbiológico de pensar que es un potencial riesgo de contagio nos vulnera”, asegura Franyuti. Asimismo, el experto también aseguró que se han ido aprendiendo lecciones a lo largo de la pandemia, ya que al principio las medidas se enfocaban exhaustivamente en el rociado de agentes desinfectantes, cuando el mecanismo de transmisión es por aire a través de gotículas entre persona y persona en una distancia de 1.5 metros.

Mientras la ciencia ha ido avanzando en la forma de tratar este nuevo patógeno, los hospitales se han apegado a la NOM-087-ECOL-SSA1, en la que se ve la clasificación y especificaciones de manejo de los residuos peligrosos biológico-infecciosos (desechos que pueden ser un riesgo tanto para la población como para el medioambiente).

 

Cómo funciona el manejo de RPBI

De acuerdo con Angélica María Hernández, subdirectora de Operaciones de la Unidad Temporal Citibanamex, la NOM-087 está muy completa y no es nada compleja. “Lo importante es que si tenemos una salida dejar exclusivamente la ruta para RPBI, que no pasen pacientes, que no pase el personal”, explicó Hernández.

Sobre esto, Franyuti aseguró que la norma estaba muy adelantada a su época. “Eso lo puedes constatar con el hecho de que incluye rutas de bioseguridad desde hace más de una década”, dijo y agregó que se tuvo una visión de prevención al armarla.

Durante la pandemia se ha visto la importancia de que existan rutas separadas que no sean transitadas por personas sin equipo de protección personal. Además, la ruta de bioseguridad de RPBI debe estar marcada en pared y suelo; y la recolección debe tener un horario específico.

Hernández también resaltó la importancia de contar con una ruta de evacuación, así como con las respectivas señalizaciones y un programa de contingencia por algún accidente, como un derrame.

Pero el manejo de los RPBI comienza con la categorización de los residuos, cada uno se vierte en diferentes contenedores —que pueden ser rígidos o no rígidos, a modo de bolsas—, estos se clasifican por colores; dependiendo de qué piezas se vaya a resguardar serán colocadas en un contenedor o bolsa específicos.

Una vez que se separen adecuadamente los residuos peligrosos se delimita desde el sitio de su colecta, ya sea el consultorio, urgencias, o quirófano, su disposición adecuada hacia un almacenamiento temporal.

Franyuti indicó que estos desechos nunca se deben de almacenar por mucho tiempo, porque al ser biológicos pueden predisponer o suponer la reproducción de ciertos patógenos incluso resistentes a antimicrobianos, y su proliferación puede ser nociva para la fauna silvestre, para las plantas o para el ecosistema.

Por otro lado, la subdirectora de Operaciones de la Unidad Temporal Citibanamex señaló que los residuos deben ser inventariados, esto con el fin de tener un control del tratamiento que tendrán. Asimismo, la experta mencionó que las empresas recolectoras de RPBI deben contar con un certificado por parte de SEMARNAT, y para ello la autoridad las evalúa en diferentes aspectos, como el transporte, el almacenamiento y el tratamiento (incineración, por ejemplo).

“Es muy importante que las unidades hospitalarias se queden con alguna copia de todos esos tratamientos que se le dieron [a los residuos], para que cuando se tenga una visita sanitaria o ambiental se pueda demostrar que se hicieron todos los procesos de forma adecuada”, comentó Hernández y agregó que actualmente incluso los alimentos y todo lo que tuvo contacto con el paciente debe pasar a RPBI.

Además sobre el almacenamiento temporal de los desechos, que sirve como medida logística, Hernández mencionó que este depende del nivel de camas con las que cuente una unidad. Sin embargo, refirió que los residuos se han incrementado en un 100% durante la pandemia.

“De hecho, a veces las empresas tratadoras comentaban que no les reciben a donde van a incinerar en tiempo adecuado”, explicó y agregó que la recolección en la Unidad Temporal se realiza diariamente.

 

Los recolectores también requieren EPP

El manejo de los residuos peligrosos biológico-infecciosos es una actividad riesgosa; por ello, quienes los recolectan deben usar también equipo de protección personal. De acuerdo con Hernández, es corresponsabilidad tanto de las unidades hospitalarias como de la misma empresa que estos trabajadores porten adecuadamente el EPP.

“Definitivamente debe haber personal que pueda supervisar esas acciones, porque de repente se puede observar que se bajan el cubrebocas”, afirmó y agregó que la empresa recolectora también debe tener un programa de contingencia por si su personal sufre algún accidente

Por otro lado, Franyuti mencionó que se ha hecho énfasis en los profesionales de la salud, cuando el problema se encontraba en las personas que carecen de las mínimas medidas. En su experiencia, el médico señala que ha visto muy pocos recolectores de RPBI utilizar un tipo de protección personal; ha visto algunos que no saben utilizar este equipo de la manera adecuada, lo que los deja desprotegidos ante el coronavirus.

“Hemos descuidado de manera masiva la educación para el equipo de protección personal; nadie sabe cómo utilizarlo adecuadamente y los profesionales de la salud en centros especializados que han tenido la fortuna de recibir esa capacitación no tienen la oportunidad de permearlo en otros trabajadores porque estamos cercados a trabajar en solo una estación”, subrayó Franyuti.

Además, el médico apuntó que es necesario enseñar sobre estas medidas a quienes están todavía menos protegidos que los recolectores de residuos peligrosos, que son los empleados de limpia, pues ellos también tienen cierto contacto con algunos materiales que no pueden entrar en RPBI, pero que pueden contener el patógeno.

 Tan solo en la CDMX se han registrado muertes y contagios por COVID-19 en estos trabajadores, en las alcaldías Coyoacán (90 contagios, 30 decesos), Tláhuac (41 muertes), Venustiano Carranza (31 casos positivos a COVID y 13 muertes) y Miguel Hidalgo (12 casos y 4 decesos).

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