Sin vacuna contra el VIH, pero aún hay esperanza

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01 Diciembre 2020 María José Ramírez/Grupo Expansión

Incluso cuando se están desarrollando vacunas en procesos ultra acelerados, aún hay enfermedades para las que no se ha encontrado una dosis ni una cura como la infección por el VIH.

De acuerdo con cifras de ONUSIDA, al cierre de 2019 fallecieron en promedio 690,000 [500,000–970,000] personas a causa de enfermedades relacionadas con el sida. Además, 75.7 millones de personas contrajeron la infección por el VIH desde el comienzo de la epidemia.

Si bien se ha progresado en el conocimiento del virus del VIH y en el desarrollo de tratamientos, aún hoy no existe una vacuna que ayude a prevenir el contagio. Un artículo de Infosalus señala que  actualmente se cuenta con antirretrovirales que no curan a los pacientes, pero les ayudan a mantener un estándar de vida.

Infosalus también señala que Eduardo López-Collazo, físico nuclear, inmunólogo y director del Instituto de Investigación Hospital Universitario La Paz, advirtió que el uso de estos fármacos pueden traer algunos problemas en el futuro, como el “envejecimiento inmunológico precoz”; sin embargo, el hallazgo de los antirretrovirales ha salvado miles de vidas.

Sobre por qué no se ha podido obtener una vacuna contra VIH tras años de investigación, el inmunólogo aseguró que hay dos razones: porque el virus muta constantemente y esto hace que sea difícil dar con la dosis; además, porque al haber encontrado fármacos tan efectivos para salvar al paciente se ha disminuido la inversión sobre la investigación de la vacuna.

Urge encontrar una vacuna para erradicar la enfermedad, por lo que es necesaria la inversión en el desarrollo de la dosis y su investigación.

 

Tras la vacuna contra VIH: las investigaciones

De acuerdo con el artículo “Vacunas contra VIH-1” de Shokouh Makvandi-Nejad, investigadora en la Universidad de Oxford, Reino Unido: “El desarrollo de una vacuna contra el VIH es uno de los retos más difíciles a los que se ha enfrentado la medicina”, ya que al inicio “no se pudieron usar versiones atenuadas vivas o completamente inactivadas”.

En su artículo, la investigadora plantea que hay tres olas de vacunas, la primera de ellas: inducción de anticuerpos neutralizantes. La primera dosis de este tipo en ser probada en un ensayo clínico en humanos fue el vector Vaccinia, que expresa gp160, una glucoproteína de la envoltura viral.

Entre 1988 y 2003 se realizaron diversas vacunas y ensayos clínicos, y, aunque los resultados demostraron ser seguros e inmunogénicos, “todas las probadas mostraron capacidad de inducir respuesta de anticuerpos neutralizantes frente a las cepas de laboratorio del VIH, pero no para los virus aislados en la clínica”, asegura Makvandi-Nejad.

La segunda ola de vacunas se trató de inducción de respuesta citotóxicas (CTLs): una vez que se reconoció la importancia de las respuesta de las células T CD8+ en el control de la infección por VIH, el desarrollo de la dosis se concentró en inducir respuestas CTLs.

De acuerdo con la investigadora: “Los estudios en animales proporcionaron una fuerte evidencia de la importancia de los CTLs para controlar la replicación del VIH en personas infectadas; sin embargo, estos linfocitos no eliminan el virus por completo”. El hallazgo hizo que el desarrollo se centrara en vectores virales recombinantes vivos, “especialmente vectores de poxvirus y adenovirus, así como vacunas de ADN”, agrega Makvandi-Nejad. A pesar de las investigaciones, las vacunas no probaron ser protectoras.

Para la tercera ola, el desarrollo se enfocó en la combinación de respuestas inmunes. Puesto que los ensayos clínicos anteriores no funcionaron, las investigaciones buscaron combinar las dos respuestas inmunitarias adaptativas: la humoral y la celular. Según la investigadora de Oxford, hay más evidencias que “sugieren que la respuesta inmune humoral es la fuerza crítica para prevenir la infección por VIH, mientras que la respuesta citotóxica es crucial para controlar la replicación del virus en individuos vacunados que posteriormente se infectan”.

Más recientemente, los trabajos se están centrando en la inducción de anticuerpos ampliamente neutralizantes (bNAb, por sus siglas en inglés), pues estos pueden potencialmente desarrollar protección contra diferentes cepas de VIH.

 

 Los avances más recientes

El mexicano Max Medina Ramírez, investigador del Centro Médico Académico de la Universidad de Ámsterdam, Holanda, desarrolló una vacuna experimental con el VIH, la cual fue producida mediante ingeniería de proteínas, que permite estabilizar la envoltura del virus (trímero), usada para infectar y burlar al sistema inmune.

De acuerdo con El Hospital, este candidato a vacuna contra puede iniciar respuestas precursoras de anticuerpos neutralizantes de amplio espectro (bNAbs) contra el VIH. Además de la estabilización del trímero, “la estructura fue modificada para favorecer la activación de células B precursoras de bNAbs, las cuales tienen la capacidad de prevenir el contagio del virus”, señala el portal.

En marzo del 2019, Medina Ramírez mencionó que ya había generado una segunda versión del posible fármaco, el cual sería probado en una siguiente fase en un estudio clínico. El objetivo era arrancar un estudio clínico en el transcurso de los siguientes doce meses, por lo que realizaron una producción a escala de la vacuna experimental.

La investigación pudo sostenerse a través de diferentes apoyos, como una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y un fondo que se obtuvo de la fundación Aids Fonds de Holanda. Además, la Fundación Bill y Melinda Gates está proveyendo los fondos para llevar a cabo el estudio clínico, se afirma en el comunicado.

Además, de los esfuerzos del investigador mexicano, se realizó el ensayo clínico HVTN 702, el cual, según un comunicado de ONUSIDA, fue abandonado a principios del presente año. Si bien no se detectó ningún problema de seguridad, la declaración de prensa señaló que: “El comité de supervisión de los datos y de la seguridad ha determinado que la vacuna era inefectiva para prevenir la transmisión del VIH”.

El ensayo se llevó a cabo en 14 lugares de Sudáfrica, donde, durante 18 meses, estudió a más de 5400 personas seronegativas de entre 18 y 35 años. De acuerdo con el comunicado, los participantes recibieron seis inyecciones durante seis meses, tanto de la vacuna como de un placebo.

Un análisis reveló que entre las personas que habían recibido la vacuna se habían producido 129 infecciones, mientras que entre aquellos que se les dosificó el placebo hubo 123 personas infectadas.

ONUSIDA también aseguró que actualmente se están probando a gran escala otras vacunas, como el ensayo Mosaico, “dentro del cual se está probando en el continente americano y en Europa una vacuna entre personas transgénero, gais y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres”. Asimismo, el ensayo Imbokodo está encargado de probar una vacuna entre las mujeres del África Subsahariana.

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