Exposición a contaminantes del aire aumenta el riesgo de muerte por COVID-19

2021-03-01 Lorena Campa
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[Image by jwvein from Pixabay]

En un estudio recientemente publicado en el número 756 de la revista Science of the Total Environment (Elsevier, 2021), revela la relación entre la exposición constante a partículas suspendidas PM 2.5 en el ambiente y el aumento de la mortalidad en personas que contrajeron COVID-19.

Hacia finales del año pasado se publicó un estudio centrado en los efectos que tiene la exposición a la contaminación del aire en el incremento de la mortalidad de casos de COVID-19, usando datos a nivel individual.

El estudio fue elaborado por Alejandro López-Feldman, David Heres y Fernanda Márquez-Padilla, adscritos al Tecnológico de Monterrey, el CIDE y el Banco de México. Es el primer estudio en su categoría en México que utiliza datos a nivel individual, tanto de población (edad, comorbilidades) como de partículas contaminantes en los distintos municipios que conforman la zona en estudio. El objetivo fundamental es investigar los efectos que la exposición prolongada y ocasional a partículas suspendidas en el aire (PM 2.5) puede tener en la probabilidad de muerte por COVID-19.

La razón para llevar a cabo este estudio es que, a finales de octubre de 2020, México se situaba en el cuarto lugar de muertes por COVID-19 a nivel mundial (hoy somos el tercer lugar, solo antecedidos por Brasil y Estados Unidos), en donde la mayoría de ellas se registran en el área metropolitana de la Ciudad de México. Aún cuando los niveles de contaminación del aire en esta zona ya no son niveles históricamente altos de finales del siglo pasado, siguen siendo significativamente elevados.

Y es que estudios a nivel internacional han demostrado que el aire contaminado que entra a los pulmones a través del tracto respiratorio tiene efectos sistémicos que pueden dañar otros órganos del cuerpo humano, por lo cual la contaminación se ha ligado con muchos problemas de salud que pueden provocar muerte prematura en niños y adultos. A decir de este estudio, los contaminantes en el aire provocan una respuesta inflamatoria persistente y por ende “incrementan el riesgo de infección por virus que atacan el tracto respiratorio”. Esta es la razón por la cual se argumenta que la larga exposición a la contaminación del aire hace que las personas inmersas en ella sean más vulnerables al COVID-19.

Pero eso no es todo… existe evidencia preliminar que confirma que el virus SARS-CoV-2 puede estar presente en las partículas suspendidas en el aire, de manera que estar expuesto a la contaminación atmosférica puede contribuir a mayores índices de contagio, ya que el virus puede llegar a los pulmones adherido a partículas suspendidas. La evidencia está fundamentada en estudios en China que muestran una relación positiva entre contaminantes en el ambiente y el número de casos de COVID-19.

De acuerdo con los datos, se observa que las áreas con mayor contaminación en la zona metropolitana del valle de México son las zonas centro y noreste, cerca de la frontera entre la Ciudad de México y el Estado de México, en donde se existe una muy alta concentración de la actividad económica y habitan más personas. Estas son las áreas en las que se registran mayores índices de mortalidad por COVID-19.

En el estudio se hace un cruce de las distintas comorbilidades que pueden estar presentes en personas contagiadas de COVID (diabetes, hipertensión, obesidad, si el individuo es fumador o no) y los datos de exposición a partículas contaminantes, tanto por periodos largos como por periodos cortos. Se menciona que, dada la falta de pruebas suficientes en México, el número de fallecimientos por esta enfermedad puede estar subestimado.

En conclusión, existe una relación positiva y estadísticamente significativa entre la exposición a partículas suspendidas y la probabilidad de morir por COVID-19. Aún cuando en estas regiones la tasa de mortalidad es de alrededor de 10.4%, las estimaciones de los autores del estudio es que un aumento de 1 microgramo por metro cúbico de partículas suspendidas PM 2.5 puede incrementar el riesgo de mortalidad en un 7.4% aproximadamente.

La evidencia muestra también que la tasa de mortalidad varía con la edad, en especial para individuos mayores de 40 años, lo cual es consistente con los datos que muestran que la exposición prolongada a partículas PM 2.5 puede conducir a inflamaciones sistémicas y suprimir la respuesta inmune a infecciones, incluso en las personas jóvenes. 

Los grupos de personas más expuestos a tener complicaciones son aquellos que viajan en transporte público, trabajan en la calle o aún emplean combustibles sólidos para cocinar o satisfacer parte de sus necesidades de calor al interior de sus hogares. Esto, dicen los autores, no solo debe llevar a reforzar controles más estrictos de los niveles de contaminación, sino a inversiones en salud pública en las áreas que han sido identificadas y al diseño de políticas públicas que permitan disminuir la tasa de mortalidad de esta pandemia.

Me atrevo a agregar que estos hallazgos señalan que, en la medida en la que no se controlen los niveles de contaminación y partículas suspendidas, no solo el COVID-19 será más mortal para la población en esas regiones, sino cualquier otra enfermedad respiratoria. Necesitamos políticas que nos lleven a respirar un aire más limpio, no lo contrario.

 

Fuente:

López-Feldman, Alejandro, David Heres and Fernanda Márquez-Padilla, Air pollution exposure and COVID-19: A look at mortality in Mexico City using individual-level data, en Science of the Total Environment 756, Elsevier, 2021.