COLUMNA | Detrás del medidor

2021-03-08 Víctor F. Ramírez Cabrera, Plataforma México Clima y Energía | @vicfc7
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La reforma a la Ley de la Industria Eléctrica ya se dio. Falta su publicación y la serie de procesos legales que muy seguramente vendrán y deberíamos iniciar los mexicanos en diversos sectores, una vez publicada la reforma.

Podemos pensar que, dado el carácter populista del actual gobierno, el incremento del costo de la energía derivado de los cambios en el despacho de generación eléctrica, no se reflejarán en la tarifa doméstica; lo más probable es que se lleven a cabo mediante subsidios, pero el impacto sí que se verá en las tarifas comerciales.

La industria será la más afectada, por lo que seguramente se presentará un incremento en el costo de sus productos y servicios para poder recuperar costos y mantenerse en el mercado o simplemente perderá su competitividad y tendrá que cerrar sus puertas, al no poder sostener su producción por un seguro incremento en el costo de la energía.

Si bien la reforma no tiene ganadores (CFE tendrá incrementos de costos de generación, sin poder modificar los ingresos de cuarenta millones de clientes, lo que se traducirá en mayores pérdidas), sí puede haber subsectores que podrán ampliar su perspectiva de mercado.

Las soluciones detrás del medidor, ante la falta de un mercado eléctrico funcional, serán las que puedan utilizarse y por lo tanto crecer.

¿A qué me refiero? El incremento de las tarifas no subsidiadas, producto del cambio del despacho, también terminará por hacer más atractiva a la generación distribuida (GD). El costo de la energía en los usuarios permitirá tener retornos de inversión más cortos y por lo tanto la rentabilidad de los proyectos será mayor.

En teoría también los proyectos de abasto aislado interconectado o de generación local podrían incrementarse, siempre que los permisos de generación no sean negados por no estar alineados con la planeación centralizada del sector eléctrico.

Puede ser un riesgo que, al ver que pierden clientes para CFE, SENER decida no permitir la generación local, bloquear desde la CRE y así evitar la migración de clientes para recibir energía de privados.

Ahora, la generación distribuida no ha tenido cambios. A pesar de dos iniciativas, el límite para considerar generación exenta sigue siendo el mismo y, a juzgar por los planes del PRODESEN y por el uso que se ha dado a las utilidades de distribución (cubrir las pérdidas de los generadores de CFE), parece que no habrá inversión para crecer la capacidad de alojamiento en las redes generales de distribución, por lo que los 28 GW de capacidad de alojamiento actuales difícilmente se moverán.

Esto significaría que, si bien habrá un mayor atractivo para generación distribuida, se mantendrá el límite físico de la misma con el riesgo de saturación de circuitos industriales y comerciales de forma más o menos rápida, aunque se podrá mejorar la disponibilidad con refuerzos de red con aportaciones de los beneficiarios.

Esto será útil para la pequeña industria, para los usuarios pequeños, incluso permitirá disminuir costos mediante el corte de picos para los usuarios medianos. Sin embargo, la gran industria seguirá siendo la perdedora y la limitada capacidad de generación exenta será un límite al ahorro para ésta.

Valdría la pena entonces reimpulsar la migración de generación distribuida a un megawatt, en lugar de lo actual, de medio mega. Pero tampoco se puede tener mucha esperanza, ya que la modificación que se hizo buscó justo la recuperación del mercado para CFE, por lo que, de darse la posibilidad de generación exenta hasta 1MW, eso significará pérdida de clientes para la Empresa Productiva del Estado.

La gran ventaja de la generación distribuida es que no depende del despacho; la desventaja es su tamaño y alcance. Pero aún hay 4.2 millones de usuarios potenciales que deberán explorar la posibilidad de instalar sistemas de generación distribuida.

El gran problema seguirá siendo también la falta de liquidez, máxime saliendo de una pandemia como la actual, lo cual dará ventajas competitivas a aquellas empresas instaladoras que tengan capacidad de financiar a sus clientes a tasas competitivas.

Puede venir un crecimiento importante de generación distribuida, lo que significa también la llegada de empresas, así como un crecimiento en la competencia en el sector. El riesgo ahí es que ese mercado, al estar poco regulado, no sea capaz de crecer en calidad como seguramente lo hará en cantidad.

Un gran riesgo de la tecnología es el desprestigio cuando se usa mal y ahí está el gran reto de las empresas del sector de generación distribuida, además del financiamiento.